sábado, 10 de abril de 2010

Los Ronaldos

Los ronaldos provocaron tantas antipatías, que el personal, matormente, no se lo ha perdonado. Coque Malla, su cantante, siempre ha tenido esa estraña virtud, la de excitar la animadversión hacia su persona. Su cara de niñato, su pose un poco arrogante, y su aspecto, un poco bajito y cabezón, graciosillo medio guapete respondón y algo tontaina, hacía que al personal, mayormente, les cayese francamente mal. A mi me caían un poco gordos, pero por otro motivo: me reventaba su nombre. Cachondearse de Reagan, por lo de Ronaldos, es de ser muy tonto. O muy tonto o muy giliprogre. entre un tío que derrota al comunismo y el comunismo, yo me quedo con el que lo derota. Es como preferir ser nazi a admirar a Ike. Esta evidencia aún hay que explicársela a los que se la cogen con papel de fumar. Papel reciclado para marijuana, que el tabaco es malo y los puros de carcafachas. El día que empiece a fumar lo haré en pipa o con tachas de palmo y medio, como de Orson Welles yendo a los toros con Ava Gardner. Y morcilla para tanto memo. Es dandismo, supongo.
Estábamos en Los Ronaldos.



Los pelos de ese coloradillo de de tinte de mercadillo chungo, los botines blancos con tacón cuasicubano y la camiseta despechugante. Así, lo mejor, fijarse en la cosa musical.

Su música me anduvo resbalando una buena temporada, hasta su Sabor salado y, sobre todo, un directo que escuché una vez en Radio 3. Y entonces descubrí que Los Ronaldos son los Stones con unas cuantas mahous de más, cantándole a los serenos en la Glorieta de Bilbao y tomándose prestado el coche del más feo para irse cn la mḉas guapa.
En Sabor Saladocontarrn con una poduccion excepcional y grabaron el disco como si fuese en directo, tocando todos juntos, simultáneamente en lugar de por pistas separadas. Suenan como una gran banda, frescos y directisimos. Porque se nota que era una gran banda, muy bien compenetrada, un puñetazo musical, energético, fuerte y vibrante. Y si a Mick Jagger le perdonamos sus chorradas al Richards que se descalabre subido a un cocotero, cómo no a Coque Malla que sea esclavo de su aspecto.
Y a mi, por llevar la contraria, me cae bien, jolines.